Tengo suerte. El viernes pasado, un amigo profesor nos invitó a otro amigo, ejecutivo en una empresa sueca, y a mí a dar la última clase de su curso de Liderazgo. El profesor nos pidió que, para hacer este cierre, les contáramos a sus alumnos algunas de nuestras experiencias y les diéramos algunas ideas que les pudieran servir más adelante, en el futuro.
Cuando estábamos preparando la sesión, hablamos de como la suerte influye en la carrera de cada uno y como todos debemos buscar nuestro propio océano azul: ese sitio donde nuestras capacidades nos pueden hacer brillar. Porque la experiencia dice que la suerte depende mucho de donde estemos.
Crea oportunidades
Séneca dijo que la suerte sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad. Desde luego estar en el lugar adecuado en el momento preciso importa. Pero es más importante que cuando llegue ese momento estemos preparados para enseñar lo que sabemos. Y esto es imposible, salvo que nos conozcamos.
Conocerse es imprescindible para crear oportunidades. ¿Cómo si no vamos a saber dónde podemos brillar?
Y no estoy hablando solo de habilidades y capacidades. Conocerse incluye también ser curioso y estar abierto a descubrir que nos hace distintos en un sitio determinado. Algo que nos perjudica en un contexto nos puede hacer brillar en otro. Ser diferente y sacarle partido es la mejor forma de romper con la competencia. Porque cuando se es distinto, no hay comparación posible.
Sácale partido a las oportunidades
Cuando la oportunidad venga a buscarte, estate preparado. Si no, la perderás. La pregunta que surge en este punto es qué es oportunidad para ti. ¿De qué depende?
Lo que hace que una oportunidad sea una oportunidad es lo que quieras hacer. Si ampliamos la perspectiva, estaríamos hablando de cuál es tu propósito. Si sabes hacia dónde vas, es mucho más fácil tomar decisiones y enfocarte en lo que quieres. No todo lo que aparece por el horizonte es una oportunidad, aunque lo parezca. Tendemos a no cerrarnos ninguna puerta, pero cuando estamos a muchas cosas no estamos a nada, en realidad.
Ikigay
En la cultura japonesa, tienen una palabra para llamar al momento en el que la vida tiene significado y propósito. En japonés, Ikigay significa “razón para vivir”.
Por ponerlo de alguna forma, se trata del momento en el que lo que te apasiona coincide con tu talento, y además puedes vivir de ello. Este es el océano azul del que hablaba al principio.
No podemos controlar la suerte. Pero podemos controlar lo que hacemos. Desarrollar nuestras habilidades, aprovechar el contexto y tomar buenas decisiones nos puede acercar a donde queremos ir.
Eso es suerte.