Cuando todo es una prioridad, nada lo es. Esto es fácil de decir en la teoría, pero muchas veces nos dejamos atrapar por el trabajo del día a día sin haber pensado a qué nos vamos a dedicar. Por eso priorizar es tan importante.
Entender el impacto
El primer paso para priorizar es entender qué impacto tiene lo que hacemos. Si damos por hecho que sabemos lo que queremos conseguir, está claro que hay cosas que nos acercan a ese objetivo y cosas que son una pérdida de tiempo.
El tiempo es limitado, así que deberíamos invertirlo en lo que nos dé más retorno, bien porque está en el camino hacia nuestros objetivos, o porque resuelve un problema que nos puede alejar de ellos.
Por lo tanto, evaluar correctamente el impacto es una condición sine-qua-non para poder priorizar. El otro factor es el tiempo.
Cuando una urgencia es una urgencia
Cuando hay que hacer algo y no hay suficiente tiempo para hacerlo, hablamos de urgencia. Eso que está pasando no puede esperar, o no nos podemos permitir que se retrase. Si lo miramos de este modo, que algo sea una urgencia siempre depende del contexto, de los riesgos que estemos dispuestos a tomar o de lo que necesitemos.
Hay un error muy común que se comete evaluando urgencias. Porque no todas las urgencias merecen nuestra atención, ni convertirse en una prioridad. ¿Cuántas veces ha venido alguien pidiéndote algo urgente y te has puesto a ello sin pensar si era una urgencia para ti?
De nuevo, priorizar significa elegir conscientemente lo que hacer y, sobre todo, cuándo hacerlo.
Lo que sí es una prioridad
Cuando no te puedes permitir que algo con mucho impacto se retrase, es una prioridad. La correlación entre impacto y (tu) urgencia es de nuevo altamente dependiente del contexto. Por eso, no nos podemos olvidar que las prioridades son siempre relativas. Si las circunstancias o el contexto cambian, deberías replantearte cuáles son tus prioridades.
Además de ser relativas, puedes suponer que hay un rango de prioridades. Y, en teoría, posiblemente sea así. Pero en la práctica, la prioridad debería ser binaria: algo es una prioridad o no lo es. Cuando ordenamos por importancia, estamos reconociendo implícitamente que todo podría ser una prioridad potencial, lo que en esencia significa que nada lo es.
Conectado con el propósito
Priorizar solo es un intento de mejorar nuestra gestión del tiempo. Y tiene mucho que ver con centrarse en lo que queremos conseguir. Así que necesitas tener claro cuál es tu propósito. Como se dice, ningún viento es favorable para el marinero que no sabe dónde va.
Tu prioridad debe ir alineada con tu propósito porque, de hecho, solamente es un medio para conseguir lo que quieres.