Después de dos años de pandemia todos estamos cansados. El futuro se presenta con más incertidumbre que nunca y muchos han perdido la motivación. En mitad de esta niebla, los líderes tienen que darle a su gente razones para quedarse, para hacer un esfuerzo extra o para cumplir más allá de lo esperado.
Crear las condiciones adecuadas depende de muchos factores que hay que entender.
El contexto ha cambiado
Esta incertidumbre nos ha traído un efecto secundario que se puede ver tanto en la sociedad como en las empresas: una erosión continua de la confianza.
Los ciudadanos no confían en sus gobernantes y los empleados no confían en sus jefes. Para que una empresa o una sociedad vayan bien, ciudadanos y empleados deberían confiar en sus líderes y también en los demás. Hay muchas razones por las que esto se produce y una de ellas tiene que ver con el contexto.
Hace décadas, era mucho más fácil relacionar causas y efectos. Los líderes que tomaban una decisión, rara vez tenían que dar marcha atrás. Y además eran más o menos capaces de explicar porqué la tomaban.
Ahora, y para la mayoría de las cuestiones complejas, no podemos relacionar las causas y los efectos. Se toman decisiones y, muchas veces, hay que cambiarlas. Además de la imposibilidad que tienen muchos de decir “no lo sé”, está el hecho de que la gente necesita certidumbres. Y en estos momentos, eso es imposible.
Los líderes necesitan trabajar esa confianza. Y eso no significa que lo deban saber todo o que sus decisiones sean siempre acertadas. Significa que deben ser abiertos y transparentes con lo que está pasando, admitiendo que no tienen todas las respuestas.
En el otro lado, es necesario hacer entender a las personas que un buen líder no es aquel que da certezas sino aquel que es capaz de definir qué se quiere conseguir y que hace que la gente trabaje junta para conseguirlo, a pesar de los obstáculos del camino.
Sin confianza, la motivación no es posible. ¿Te quedarías trabajando con alguien en quien no confías? Probablemente no. Te quedarás mientras no encuentres un sitio mejor, donde te ofrezcan lo que necesitas.
DaME una razón
Hace unos meses, un amigo y ejecutivo de una empresa me contó que su mano derecha iba a dimitir. La situación es lo suficientemente complicada como para que perder a alguien valioso sea un quebradero de cabeza. Y estaba preocupado. Cuando me lo contó, le sugerí que le hiciera una pregunta: ¿qué haría que cambiaras de opinión?
No se puede motivar sin entender lo que se necesita. Y cada cuál tiene sus razones para sentirse motivado. Sin conocerlas es muy difícil tomar las decisiones adecuadas.
Todos tenemos razones internas y externas para quedarnos o trabajar mejor. Para algunos, puede ser crecer en responsabilidad, sentirse reconocidos o lograr sus objetivos. Para otros, puede ser pertenecer al grupo o trabajar para conseguir algo más importante que ellos, un objetivo mayor. O tal vez, solo trabajamos por el dinero, porque nos dan más flexibilidad o podemos conciliar mejor.
No importa lo que nos mueva. Un buen líder debe saberlo.
Uno de los problemas más importantes que ha traído esta crisis, junto con la falta de confianza, es que lo que queremos ha cambiado.
Pregunta a tu gente que es lo que les mueve, y aborda con honestidad lo que puedes hacer para cubrir esas necesidades. Esta es la única manera de crear las condiciones necesarias para que la motivación suba.