El conflicto es inherente a las relaciones humanas. Pero hay gente a la que le cuesta mucho afrontarlo. Nuestra forma de abordar el conflicto depende, entre otras cosas, de nuestra voluntad de ocuparnos de lo que necesitamos mientras nos ocupamos de lo que necesita el otro. Así que, aunque establecer límites es esencial, no siempre es fácil.
El conflicto es siempre una cuestión emocional
Los límites personales nos ayudan a entender qué es esencial para nosotros y qué podemos negociar; definen el nivel de comodidad que necesitamos en una relación con otra persona. Tanto si los límites son emocionales como físicos, debemos tenerlos claros si queremos afrontar el conflicto de una forma saludable.
Los conflictos pueden surgir por diversas razones, pero siempre tienen un componente emocional. Normalmente, en el centro del conflicto hay algo que cruza nuestros límites emocionales, lo sepamos o no.
Si no conocemos esos límites, podemos encontrarnos que no sabemos salir del problema porque no sabemos lo que necesitamos. A veces, simplemente, no nos atrevemos a pedirlo.
Trabajar en equipo
El riesgo de conflicto en un equipo es bastante alto. Porque además de la necesidad de conseguir resultados, hay que alinear expectativas y formas de trabajar. Un error muy común es asumir que todo el mundo comparte visión y expectativas sin tener una conversación sobre el tema.
Nuestros límites, conocidos o desconocidos, también dan forma a nuestras expectativas cuando trabajamos en equipo. Suelen tener que ver con conceptos como responsabilidad, respeto, honestidad, claridad, o contribución. Palabras que significan cosas distintas para cada persona. Los problemas empiezan cuando asumimos que todo el mundo ve la realidad como nosotros la vemos.
No podemos empezar a trabajar juntos sin tener algunas conversaciones que exploren los límites individuales y colectivos, y sin establecer una forma de trabajar que funcione para todos. Para ello, el líder debe fomentar un clima en el que todos puedan compartir y pedir lo que necesitan.
El papel del líder
La cultura de un equipo suele construirse de arriba abajo. El papel del líder es fundamental para crear las condiciones adecuadas para que todos se sientan cómodos y contribuyan. Los conflictos que no se resuelven lo impiden.
Por lo tanto, el líder debe ser el catalizador para establecer límites y expectativas colectivas en cuanto a comportamientos y formas de trabajar, y para definir los niveles necesarios de responsabilidad.
Saber qué se necesita en un equipo y cuáles son los límites reduce la incertidumbre, genera confianza y allana el camino cuando hay conflictos.