Quizás esta situación te resulte familiar. Tienes una presentación importante sobre algo en lo que llevas tiempo trabajando. La has preparado durante días y sigues pensando que no es lo suficientemente buena. No puedes dormir la noche anterior, dándole vueltas a todo lo que podría salir mal al día siguiente, y te machacas por todas las cosas que podrías haber hecho de otra manera. Cuando llega el gran día, no estás en tu mejor momento y no sale como debería. Esto es autosabotaje.
El autosabotaje es un hábito mental. Un conjunto de pensamientos construidos a lo largo del tiempo como una forma de autoprotección, que da malos resultados a largo plazo.
Identificar a los saboteadores
Los saboteadores son voces en nuestra cabeza que crean emociones negativas que afectan a nuestra forma de afrontar los retos de la vida. Nuestra cabeza produce esas voces en un intento de protegernos, creando patrones automáticos sobre lo que tenemos que pensar, sentir o responder a ciertos estímulos. Pero lo cierto es que generan estrés, dudas y frustración. En definitiva, son nuestro peor enemigo.
El autosabotaje puede adoptar muchas formas. Algunos estamos más familiarizados con el perfeccionista o el controlador, otros con la víctima o el complaciente.
La forma en la que los saboteadores se desarrollan con el tiempo depende principalmente de nuestras experiencias cuando éramos niños.
Cuando empezamos a crecer y a experimentar con el mundo, nos damos cuenta de que hay algunas necesidades que empezar a satisfacer, incluyendo sentirnos protegidos y queridos.
Ahí es donde entran en juego los saboteadores. Al principio, son una estrategia de la mente para proporcionar un nivel mínimo de comodidad en determinadas situaciones. Por ejemplo, si hemos crecido en un entorno en el que solo se nos valora por nuestros logros, el Controlador puede fortalecerse para justificar nuestra necesidad de hacer las cosas bien. Si la única forma de ser querido es complacer a la gente, el Complaciente crecerá destruyendo nuestra voluntad de satisfacer los deseos de los demás.
Como resultado, desarrollamos algunos comportamientos que están perfectamente justificados y que nos impiden sacar el máximo partido de nuestras capacidades y habilidades.
Los saboteadores están sesgados
Una de las cosas más difíciles del autosabotaje es ser capaz de separar esas voces de la verdad. Para muchas personas, lo que dicen los saboteadores pretende protegerles de lo peor. Es una especie de sabiduría que viene a salvarles de situaciones no deseadas. Esto hace que sea difícil separar estos mensajes de la verdadera sabiduría.
La verdadera sabiduría es ser capaz de juzgar las situaciones y las personas por lo que realmente son. En este sentido, los saboteadores están sesgados y producen muchos sentimientos negativos al imaginar una realidad inexacta.
Además, como cualquier sentimiento negativo, activan nuestra respuesta al miedo, permitiendo que nuestro cerebro secuestre nuestra confianza, creatividad y capacidad para resolver problemas. Como resultado, estamos menos preparados para afrontar las circunstancias.
No estoy diciendo que no necesitemos sentimientos negativos. Por supuesto que los necesitamos. Los sentimientos negativos son una señal de que algo va mal. El problema viene cuando nos quedamos en el sentimiento negativo durante tanto tiempo que permitimos que controle el resto de nuestros sentimientos y nuestros comportamientos.
Por lo tanto, ser conscientes del autosabotaje es el primer paso para afrontarlo y desarrollar todas nuestras capacidades.
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