La motivación, cuando dura, nunca es un estímulo externo. Según “la teoría de la autodeterminación”, la motivación intrínseca depende de 3 factores: competencia, relación y autonomía. Las ganas de conseguir algo se disparan cuando sentimos que sabemos hacerlo, estamos en el lugar correcto y pertenecemos a él y tenemos control sobre las decisiones que tomamos.
Compromiso
El control solo lleva a la obediencia. Cuando la gente simplemente hace lo que les han dicho, no pueden desarrollar su creatividad y encontrar nuevas ideas. Además, para la mayoría de nosotros, es bastante aburrido y hace que nos desentendamos del resultado.
Autonomía significa autorregulación y autodeterminación, esto es, tener la oportunidad de elegir cómo nos comportamos y qué decisiones tomamos. Lo contrario se llama heteronomía, que significa estar sometido a lo que quieren otros. Y seguro que has experimentado los efectos de tener que hacer lo que te piden, aunque no estuvieras de acuerdo.
La gente, especialmente los más jóvenes, quieren ser responsables de su trabajo, poder tomar sus propias decisiones, y aprender de lo que pase. Tener esto en cuenta es importante, más en una época en la que el talento escasea, y las empresas no se pueden permitir que sus empleados no estén comprometidos, o directamente se vayan porque no les dejan desarrollarse.
La autonomía mejora el compromiso de los empleados, y también dispara la proactividad. Si nos creemos que las organizaciones necesitan ser cada vez más flexibles para hacer frente a los cambios del mercado, tenemos que potenciar que los empleados sean proactivos, porque es la manera de conseguirlo a la velocidad necesaria.
Define el para qué, pregunta sobre el cómo
Lo primero que necesitamos para que la gente sea más autónoma es explicar el para qué de su trabajo. Si establecemos claramente cuál es el propósito de lo que hacen, cuál debe ser el resultado, y su importancia les daremos una brújula que pueden utilizar como guía para tomar sus decisiones. Generalmente, el rendimiento es mejor cuando la gente está mejor informada.
Pero saber para qué están allí es solo el primer paso. Para que sean más autónomos, deben desarrollar el cómo. Dejarles que sean dueños de cómo van a conseguir esos resultados. Y animarlos a que ejerciten su iniciativa y su responsabilidad.
Para poder hacer eso, los líderes deben conocer las habilidades y capacidades de la gente para poder darles retos que se ajusten a lo que saben hacer y son capaces de hacer. Si el reto es demasiado grande, se sentirán sobrepasados y el proceso no funcionará. Por eso, sentirse competentes es parte inherente de la motivación.
Cambio en la manera de pensar
Un gran líder no es aquel que tiene muchos seguidores. Es aquella persona que desarrolla a otros líderes. Y la autonomía es esencial para esto. Es lo que nos hace capaces de ver y prevenir problemas futuros, aprovechar las oportunidades y definir qué futuro queremos para nosotros.
Tiempo atrás, quizás algunos líderes se sentían amenazados cuando alguien en su equipo era muy autónomo. Pero ahora, con toda la complejidad que nos rodea, desarrollar personas autónomas es lo que necesita toda organización para hacer frente a los cambios con éxito.