Un día, un profesor de matemáticas escribió así la tabla del 9 en la pizarra:
1 X 9=9 | 6 X 9=54 |
2 X 9=18 | 7 X 9=63 |
3 X 9=27 | 8 X 9=72 |
4 X 9=36 | 9 X 9=81 |
5 X 9=45 | 10 X 9=80 |
Cuando acabó, sus estudiantes empezaron a reírse y a cuchichear: “No se la sabe, está mal. No puede enseñarnos matemáticas”.
El profesor, con mucha parsimonia, preguntó que cuál era el problema.
Lo tienes mal – contestaron sus alumnos. 9X10 es 90 y has puesto 80.
Así que me estáis diciendo que de las 10 líneas, 1 está mal y el resto son correctas. Y que solo si lo hago todo bien puedo daros clase de matemáticas, ¿no?
En ese momento los alumnos se callaron. Quizás lo importante no era el error sino la lección que el profesor intentaba darles.
La búsqueda de la perfección
A veces durante nuestra vida, nos encontramos en esa falsa dicotomía del todo o nada: o tenemos éxito o no valemos; nuestra vida es maravillosa o miserable; estamos en el mejor equipo o es mejor trabajar en solitario.
Este pensamiento de todo o nada suele venir acompañado de un “debería”. Sentimos que las cosas deberían ser perfectas, y cualquier cosa que no lo sea no va a cumplir con nuestras expectativas. Por lo tanto, nos concentramos en nuestros defectos, malas decisiones, errores y fallos. Y, por supuesto, también perdemos mucho tiempo en encontrar los errores y fallos de los demás. Tiempo que es muy valioso, además.
La pregunta es: ¿somos realistas con nuestras expectativas?
Establecer estándares altos es estupendo y, al mismo tiempo, deben ser realistas. De otra forma, todas nuestras experiencias serán malas. Porque siempre, incluso cuando alcancemos esos estándares tan altos, habrá cosas que se puedan mejorar. ¿Si no conseguimos el 100% hemos conseguido un 0%?
Expandir nuestra perspectiva
Lo mejor de expandir esta perspectiva del todo o nada es que la perfección deja de ser una necesidad. Podemos explorar la escala de grises, desarrollar una actitud que nos permita crecer y ver qué pasa sin poner en duda nuestra identidad (lo que somos).
Construir nuestra identidad alrededor de la perfección tiene muchas limitaciones. Y cuando lideras, estas limitaciones afectan también a lo que tu equipo cree, cómo se comporta y cómo aprende.
Si tu pensamiento está enmarcado en este tipo de estructura, estás limitando las posibilidades de tu equipo. El problema de que caigan ahí es que piensen que si no les va a salir perfecto, no merece la pena que lo intenten.
¿Qué pasa con la labor de desarrollar a tu equipo si piensas así? Y, ¿cómo vas a desarrollar la confianza suficiente para que se atrevan a probar cosas, fallen y aprendan? O ¿cómo vas a manejar el conflicto – que es una muestra de que “no todo es perfecto aquí”?
No se trata solo de que esta perspectiva de todo o nada no sea útil para ti. Es que puede hacer que tu equipo no contribuya al máximo nivel del que sea capaz.