Estoy escribiendo el post de esta semana desde el desierto catarí. Es un lugar estupendo para disfrutar del silencio y pensar en lo diferente que es el mundo, dependiendo desde dónde lo miremos. Diferente y diverso como somos cada uno de nosotros y, sin embargo, capaces de afrontar cualquier reto juntos. Igual que la tierra necesita el hielo de los polos y la arena del desierto; la lluvia del bosque tropical y las mareas de los mares, los humanos necesitamos de perspectivas distintas para tener éxito en este mundo tan complejo. La diversidad puede ser la respuesta a lo que nos está pasando ahora.
La semana pasada, hablé de ese contexto no lineal e incomprensible que tiene tanto impacto en lo que nos pasa – a la gente, sociedad, y también a las empresas-, y cómo nos pide soluciones distintas: una mezcla de capacidad racional y emocional; donde haya espacio para que se desarrollen habilidades que no son demasiado comunes.
Una forma rápida de conseguir esta mezcla es crear equipos diversos.
La falta de diversidad nos lleva a un pensamiento convergente
Es fantástico cuando estamos con gente parecida a nosotros. ¿A que sí? Podemos llegar a acuerdos muy rápido porque compartimos perspectiva y visión. No hay grandes discusiones, salvo en los pequeños detalles; y nos sentimos conectados, alineados, apoyados y eficientes. Y sin embargo, es probable que nos estemos perdiendo algo importante.
La gente que sabe hacer las mismas cosas suele tener las mismas ideas, un pensamiento convergente, lo que hace que llegar a acuerdos sea más fácil. Todo el mundo mira el tema desde el mismo sitio, más o menos. Y esto también hace que gestionarlos sea más fácil. Por eso, cuando se están creando los equipos, los líderes suelen caer en la tentación de contratar el mismo tipo de personas; con un talento, conocimientos, cultura, edad o género parecidos. Es un intento de maximizar la eficiencia y, de paso, reducir problemas.
Este encuadre puede parecer fiable (porque es más fácil) pero es muy frágil. Porque cuando las estrategias convencionales fallan, no hay donde ningún otro sitio donde ir. Se necesitan nuevas perspectivas.
Crear equipos diversos es un reto que merece la pena asumir
Crear un equipo diverso y con talentos no convencionales requiere intención. ¿Cuáles son las ventajas de poner a trabajar junta a gente que tenga talentos, experiencias, culturas, edades o géneros distintos?
Acceder a nuevas perspectivas, encontrar los puntos ciegos, retar el estado del arte. En definitiva, tener más opciones.
¿Cuáles son las desventajas? Claramente: crear un equipo de gente distinta es mucho más complicado. Lleva mucho trabajo crear las condiciones adecuadas para que funcione y además, lleva tiempo.
Cuando ponemos a trabajar juntas a personas muy distintas unas de otras, tenemos que ser conscientes de que miraran, analizarán y entenderán las cosas de formas diferentes – que es exactamente lo que buscamos -, y esto hará que, al principio, el trabajo no sea eficiente. Además, esta situación puede provocar que exista una falta de confianza, primer paso para crear equipos de alto rendimiento, y bastantes conflictos.
Pero no tenemos opción. Nuestras estrategias actuales están fallando y necesitamos hacer las cosas de otra forma, entendiendo las ventajas de integrar otro tipo de talento en nuestros equipos.
Las primeras tareas del líder de un equipo diverso deberían ser evitar los sesgos y construir confianza, manejar los conflictos y hacer que todo el mundo se sienta parte indispensable del equipo; no debería buscar la productividad.
Este tipo de equipos requiere, al principio, un compromiso entre la productividad y el tiempo, además de un líder que tenga la intención de que funcione. A largo plazo, serán equipos mucho más robustos y con mejores resultados.
La diversidad puede ser la respuesta para obtener los resultados que necesitamos en este contexto no lineal e incomprensible en el que estamos ahora.