“El problema con la mayoría de las personas es que no creen que algo pueda pasar hasta que pasa”. Esta es una frase de una película llamada Guerra Mundial Z, hablando de la teoría del décimo hombre.
En esta secuencia de la película se cuenta porqué Israel estaba preparada para el desastre. Después de bastantes acontecimientos que nadie creía que podían suceder, si en un comité había un voto unánime que descartaba uno posible, alguien debería actuar como si fuera a pasar y prepararse para tratar de paliarlo. De esta forma, en el improbable caso de que ocurriera, estarían preparados.
Pura ficción, pero interesante
A pesar de que esta teoría del décimo hombre es pura ficción, podemos encontrar ciertos parecidos en el concepto; como en la figura del Abogado del Diablo de los procesos de canonización católicos, por ejemplo. El papel en ambos casos es el mismo. Alguien elegido para pensar en contra del criterio general y buscar hechos que contradigan lo que piensan los demás.
Es relevante porque el resultado mejora
En mi último post, Pensamiento crítico, te conté cómo los seres humanos tendemos sistemáticamente a buscar argumentos que justifican nuestras creencias o acciones. Por este motivo, muchas veces nuestros razonamientos producen resultados muy pobres.
Mercier y Sperber, en su Teoría Argumentativa, explican que el razonamiento no persigue que encontremos la verdad sino, generalmente, que tengamos argumentos que validen lo que pensamos.
Por lo tanto, si no somos capaces de encontrar demasiado bien los fallos en nuestro pensamiento, contar con otras personas que critiquen nuestras ideas para encontrar la mejor solución puede ser una buena opción.
Cuando la gente piensa en solitario, tiende a confirmar sus primeras intuiciones. Cuando discutimos con otras personas que no están de acuerdo con nosotros, las distintas perspectivas se equilibran. Y el grupo es capaz de llegar a una propuesta mejor. Por lo tanto, la calidad del razonamiento en grupo mejora.
Un ejemplo
Se sabe que enseñar conceptos abstractos a niños, en matemáticas por ejemplo, es complicado. Uno de los métodos más efectivos es el aprendizaje corroborativo: se trabaja en grupo para razonar de forma conjunta sobre un tema bajo ciertas premisas. Esto ayuda a que los niños obtengan un conocimiento mucho más profundo sobre el tema del que obtendrían trabajando solos.
Si tenemos esto en cuenta, ¿qué pasaría si consistente y sistemáticamente buscamos la opinión del Abogado del Diablo? ¿Qué podríamos conseguir si educamos a nuestros equipos para encontrar argumentos que defiendan la opción contraria y lo compartan con el grupo?
Un grupo casi siempre obtiene mejores resultados que un individuo, y quizás éste sea uno de los escenarios donde esto es más cierto. Si prestamos atención a lo que dice la Teoría Argumentativa, invertir tiempo en educar a nuestro equipo para que busque de forma consistente otras posibles perspectivas y las discuta es, sin duda, una ventaja competitiva si hablamos de resolución de problemas y toma de decisiones. Y sin embargo, crear las condiciones para que puedan tener lugar discusiones productivas no es una tarea fácil.
La pregunta que me surge es: la siguiente vez que todos los miembros de tu equipo estén de acuerdo en algo, ¿qué puedes hacer para que alguien coja el papel del décimo hombre y el equipo se pueda beneficiar del resultado?