Critical thinking

Pensamiento crítico

De acuerdo con el Foro Económico Mundial, una de las habilidades más demandadas entre los líderes es la capacidad de desarrollar un pensamiento crítico (es la segunda, solo por detrás de la capacidad de resolver problemas complejos).

Ya he escrito antes sobre este mundo VUCA en el que vivimos; y cómo de importante es para un líder ser flexible, entender el contexto y ser capaz de tomar decisiones.

El pensamiento crítico es la capacidad de hacer conexiones lógicas entre distintas ideas, evaluar, debatir y llegar a conclusiones relevantes. Pero más importante que eso, es la capacidad de adaptarse y cambiar de opinión cuando nos enfrentamos a evidencias concretas, sin importar el trabajo que nos cueste.

Cambiar de opinión es muy difícil

Una vez que nos formamos una opinión, ésta suele ser muy persistente. Seguro que has oído hablar de algo llamado “sesgo de confirmación”: la tendencia que tenemos las personas a buscar información que nos confirme lo que pensamos y a rechazar aquella que lo contradice.

Normalmente solemos entender, además, que lo que pensamos está basado en la información que tenemos. No es cierto. Generalmente, nos quedamos solo con lo que apoya lo que ya creemos y muchas veces, aún delante de evidencias que lo desmontarían, somos incapaces de cambiar de opinión.

Hay algún otro sesgo que nos ayuda a mantener lo que creemos: el sesgo “de mi lado”, por ejemplo.

Casi todos somos muy buenos en buscar los fallos a lo que piensan los demás y somos muy malos en buscarlos a lo que pensamos nosotros.

Un par de investigadores europeos, Mercier y Sperber, hicieron un experimento muy divertido sobre esto.

Un grupo de estudiantes tenía que solucionar unos problemas de razonamiento sencillos. Les dijeron que tenían que justificar sus respuestas y que podían cambiarlas en caso de que encontraran algo erróneo después de revisarlas. La mayoría las dieron por buenas después de esta revisión.

Un rato después, les pidieron que examinaran las respuestas de otros estudiantes comparadas con las que ellos habían dado. El truco fue que las respuestas que les dieron como de otros eran en realidad las suyas y viceversa.

Por supuesto que algunos se dieron cuenta de lo que pasaba, pero los que no se volvieron mucho más críticos de lo que habían sido con su evaluación. Casi el 60% corrigieron las respuestas que antes habían dado por buenas.

La mala noticia es que los líderes no están a salvo

El impacto de estos sesgos, hablando de liderazgo, es importante porque lo que la gente cree afecta a las decisiones que toman. Afecta a quién se contrata, qué es importante para la compañía, como se definen los procesos y que comportamientos son aceptables.

Por lo tanto, nuestra capacidad de repensar sobre ideas que tenemos muy asentadas determinará cómo de bien somos capaces de adaptarnos a los cambios.

Y, dado que ahora la velocidad a la que se producen los cambios es demencial lo que necesitamos es poder evaluar correctamente el contexto, dimensionar las oportunidades y no dar nada por sentado.

Ésta es, en definitiva, la razón por la que los líderes deberían desarrollar su pensamiento crítico.

Cuestiónate

La mejor manera de desarrollar el pensamiento crítico es cuestionar nuestras suposiciones.

¿Por qué crees lo que crees?

¿Eres consciente de tus sesgos? ¿Hay algo que crees que es verdad y que no te has cuestionado?

¿Qué información confirma lo que crees? ¿Qué información puedes encontrar que contradice lo que crees?

Estas preguntas son inútiles salvo que estés preparado para cambiar lo que piensas a la luz de otros datos, olvidando lo que una vez pensaste que era verdad. Este es el principal problema.

Y si cambias de opinión, ¿cuál es el potencial de esta nueva idea? ¿Qué es posible teniéndola en cuenta?