¿Qué pasaría si consideraras la vida como un juego?
Un día, de repente para ti, viniste a este mundo y te uniste a algo que ya estaba empezado. No pudiste ver el principio y, con suerte, no verás su final.
Al principio, no estabas seguro de cuáles eran las reglas pero pronto te diste cuenta de que esas reglas cambiaban con frecuencia y, también cambiaban el resto de jugadores (los de tu equipo y los contrarios).
Después de algunos años jugando a este juego, ya sabes que los jugadores van y vienen, las reglas cambian con el contexto y nada dura para siempre: bueno o malo, todo pasa.
En este juego llamado vida, tu propósito, grabado en tu NDA, es sobrevivir. Vivir otro día. No importa si ganas o pierdes hoy; mañana querrás seguir jugando. En este momento, ya sabes que si dejas el juego, seguirá sin ti.
Este es el concepto del juego infinito, muy bien explicado por Simon Sinek en su libro “El juego infinito”.
Lo que me interesa es el concepto (ese juego infinito) y cómo podemos aprovechar una mentalidad infinita para afrontar los cambios, adaptarnos y superar las dificultades.
Este es un momento de cambio e incertidumbre. En dos meses, nuestras vidas cambiaron para siempre: prioridades, relaciones, trabajo y emociones.
Buscamos desesperadamente una nueva normalidad para satisfacer nuestra necesidad de certeza, volviendo al pasado que solíamos conocer y controlar. Echamos de menos ese pasado mientras intentamos controlar el presente y ganar el juego.
¿Qué estamos intentando hacer?
Cuando intentamos ganar un juego, primero tenemos en mente cuál debería ser el resultado.
Piensa en un partido de fútbol o de tenis. Necesitas anotar más que el contrario en un periodo de tiempo determinado. Además, sabes que las reglas para ganar están perfectamente claras y nadie las cambiará. Y por eso, no te importa lo que pase después del partido (por cierto, sabes que hay un final): puedes lesionarte porque has hecho un gran esfuerzo, pero no importa. Tendrás tiempo para recuperarte antes del próximo partido.
Todo vale la pena si ganas.
Ahora, intente pensar en su vida hoy. Pasamos innumerables horas trabajando, cuidando de la familia … cansándonos . Y nos agotamos pensando cuántos días más durará esto; nos enfrentamos a la situación tratando de ganar, sin darnos cuenta de que este partido no tiene fin.
Mañana, sin tiempo para recuperarnos, estaremos jugando el mismo partido sin saber si las reglas o los jugadores han cambiado. Y, sin embargo, jugamos para ganar. ¿Para ganar qué? Aquí no hay reglas para declararnos ganadores.
¿Cómo puede ayudarnos la mentalidad infinita?
Como dijo Charles Darwin “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”.
Necesitamos responder al cambio.
Los humanos odiamos el cambio y tenemos muchas dificultades para adaptarnos. Cualquier ayuda que podamos brindarnos para facilitar esta transición es bienvenida. Y ahí es donde el enfoque de la mentalidad infinita viene a ayudar.
¿Qué pasa si empezamos a mirar esto desde una perspectiva de mentalidad infinita?
Primero, esperanza: nada dura para siempre.
Los cambios son la única constante. Esto no es lo mismo que volver al pasado. Está más relacionado con que las cosas que no me gustan hoy podrían no estar aquí mañana. La curiosidad de saber con qué me encontraré mañana puede ayudarme.
En segundo lugar, actitud: un juego sin fin requiere un enfoque diferente.
Probablemente pueda estar menos estresada por ganar hoy si mañana tengo una nueva oportunidad; y por otro lado me puedo ahorrar algo de energía para afrontar el mañana, volviéndome más paciente.
Esta falta de estrés puede darme la oportunidad de acceder a nuevos recursos. La creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de resolución de problemas se ven tremendamente afectados por el miedo, la ansiedad y el estrés.
En tercer lugar, decisiones: si estoy más relajada, seré más creativa y podré tomar mejores decisiones.
El principal problema en un contexto complejo, incierto y ambiguo es la toma de buenas decisiones. Una mentalidad infinita puede ayudar a ver el panorama general y desarrollar un pensamiento a largo plazo.
Cuarto, cooperación: podemos ir más rápido solos pero, iremos más lejos juntos.
Un grupo suele resolver problemas mejor que un individuo, más en un entorno muy complejo. Si entendemos que no estamos aquí para ganar a los demás, la cooperación es posible y obtendremos mejores resultados.
Esto no es válido solo para nuestra vida personal sino también para los negocios. Tener una mente infinita ayuda a comprender cómo abordar el mercado, a los clientes y a los empleados de manera diferente, siendo mucho más receptivos al cambio.
No habrá una nueva normalidad. Hay un gran cambio de contexto que conduce a muchos cambios duraderos. Cuanto antes nos adaptemos, mejor jugaremos al juego llamado vida.
Cuídate.