Blind spots / puntos ciegos

Puntos ciegos

¡Somos terribles evaluando nuestras capacidades, especialmente el rendimiento! Déjame que me ponga un poco dramática para explicar que si quieres mejorar deberías presentar atención a estos tres puntos ciegos: ceguera de conocimiento, de emoción y de comportamiento, según los define Tasha Ulrich en su libro Insights.

Si realmente queremos desarrollarnos como personas y los ignoramos, lo vamos a tener muy complicado.

Ceguera de conocimiento

Sobre este tema, es bien conocido el efecto Dunning-Kruger. Es un sesgo cognitivo según el cual la gente con poca habilidad, conocimiento o experiencia en un determinado campo tiene a sobrevalorarse. El contrario también es cierto. Los que mejores resultados obtienen tienden a infravalorarse.

El otro día hablaba de cómo nuestras percepciones cambian cómo vemos el mundo, y ya sabemos que la gran mayoría del tiempo, nos evaluamos según las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y la percepción sobre nuestro rendimiento, en vez de sobre nuestro rendimiento real.

No se trata solo de lo que pensamos que importa. Lo que pensamos que somos, también determina cómo nos vemos.

En una de mis clases, un estudiante se quedó estancado resolviendo un juego que consistía en encontrar una palabra en un conjunto de letras revueltas. Lo que decía mientras intentaba resolverlo fue “soy bueno en esto, no es posible que no pueda hacerlo”.

Nos ha pasado a todos alguna vez: la confianza en nosotros mismos nos puede jugar una mala pasada a la hora de lograr resultados. Por eso no pedimos ayuda.

Cuando no sabemos exactamente cuánto sabemos sobre un tema o cuáles son nuestras habilidades, tenemos un problema. No solo para aprender más, sino también para trabajar con otras personas.

Según la profesora Ulrich, una distorsión en lo que sabemos cambia también lo que pensamos que sentimos. Y esto nos lleva al segundo punto ciego.

Ceguera de emoción

¿Cómo de consciente eres sobre lo que sientes? Si la respuesta rápida a esto es “mucho”, necesitas reconsiderarlo porque nuestro cerebro simplifica a la hora de evaluar nuestras emociones.

Primero y de forma general, no nos han educado para ponerle nombre a lo que sentimos, e identificar los matices. Segundo y más importante, sabemos que cuando tenemos mucha información, contestamos desde la parte menos racional, desde la tripa.

Un ejemplo. Daniel Kahneman realizó una investigación en la que descubrió que si una persona encontraba algo de dinero en el suelo justo antes de que le preguntaran si era feliz con su vida, la respuesta mejoraba con respecto a los que no lo habían encontrado.

Como resultado de este no conocimiento sobre nuestras emociones, tomamos decisiones desde un sitio emocional sin percatarnos de ellos. Así que no saber cómo nuestras emociones influyen en nuestras decisiones sería el segundo punto ciego.

Por último, tomar decisiones influye en nuestro comportamiento. Y esto nos lleva al último de los puntos ciegos.

Ceguera de comportamiento

Completando el círculo, podemos decir que nuestra percepción impacta en cómo consideramos los problemas, y esta consideración en cómo tomamos decisiones. El corolario es que nuestras decisiones impactan en nuestro comportamiento.

De igual forma, nuestros comportamientos determinan nuestras suposiciones y creencias.

Por lo tanto, no nos podemos ver a nosotros mismos con la misma perspectiva que tienen otras personas. Y este es el último de los puntos ciegos.

Para seguir mejorando, no nos queda otra que preguntar y averiguar lo que no vemos.

En resumen, para crecer como personas necesitamos prestar atención a estos tres puntos ciegos. Si no eliminamos nuestros sesgos a la hora de evaluarnos, no podremos mejorar.

Foto de Taras Chernus en Unsplash