Este año he hablado con mucha gente y casi todos sentimos lo mismo. Estamos cansados. En todas partes, veo ese pensamiento “cuando esto termine…”. Esperamos volver a la “vieja normalidad”.
Es así. Esperamos volver a viajar, a quedar con los amigos, encontrar un trabajo nuevo o incluso enamorarnos. Es como si pensáramos que una vez que esto pase, nos encontraremos un futuro lleno de nuevas oportunidades.
La verdad es que cuando empezó todo, nos pilló fuera de juego. Básicamente, sobrevivimos y no éramos demasiado conscientes de lo que no podíamos hacer. El miedo es un freno muy poderoso. Sin embargo, después de cierto tiempo volvimos a desear cosas y a soñar. ¡Cuánto echamos de menos algunas cosas que teníamos antes!
Desear es parte de la naturaleza humana.
Nos da ilusión y metas. Y, desgraciadamente, también puede hacernos perder la perspectiva.
¿Qué pasa cuando queremos tanto algo que solo queremos eso? Cuando nada nos vale, ni substitutos ni alternativas. Nada es suficiente. Somos como el niño que quiere una piruleta y solo una piruleta en una tienda llena de dulces pero que no tiene piruletas.
No me interpretes mal. No estamos en una tienda llena de dulces. Estamos viviendo una época llena de retos. Y también de oportunidades.
Decía Campoamor: y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira.
Voy a usar esa frase como introducción a lo que te quiero contar hoy: como podemos cambiar nuestra perspectiva de las cosas de una forma que nos permita encontrar oportunidades en vez de ver problemas.
Imagínate. Estoy aquí peleándome con lo que me pasa, sintiéndome fatal porque no voy a pasar las fiestas con quién yo querría, bastante cansada de trabajar siempre en remoto y pensando que estoy desconectada de todos, mis compañeros de trabajo, mi familia… deseando volver a la “vieja normalidad” para retomar mi vida como era (vacunas mediante).
Y, ¿mientras esa normalidad vuelve? ¿no puedo hacer nada que me haga sentir mejor?
Como Rory Sutherland dice, la perspectiva lo es todo.
¿Cómo podemos cambiar nuestra perspectiva? Vamos a probar una cosa:
- ¿Cómo te sientes? Si lo primero que te ha salido es “mal”, piensa que significa exactamente ese “mal”. “Mal” puede ser ansioso, deprimido, triste o molesto. Cuanto más exacta sea la definición mejor.
- ¿Qué hace que te sientas así? ¿Cuál es la situación exacta que te provoca ese sentimiento? Descríbela. Y de nuevo, cuantos más detalles, mejor.
- Imagina que esa situación fuera un objeto que pudieras tirar al suelo y del que pudieras separarte. ¿Qué pasa si te echas para atrás y lo miras? Y, ¿desde el otro lado? O ¿dándole la vuelta? Fíjate en los detalles.
- ¿Qué has encontrado? ¿Qué es distinto?
- Ahora tienes información nueva. ¿Qué opciones tienes?
Algunas veces, simplemente echándonos para atrás y desapegándonos de lo que pasa somos capaces de cambiar nuestra perspectiva. Siempre podemos elegir cómo miramos las cosas y desde dónde juzgarlas.
Lo que ves no solo depende de lo que miras sino también de desde dónde lo miras.
Si has probado, ¿cómo ha ido? Cuéntamelo.