Fear and ethics

Miedo y ética

Desarrollamos nuestra ética como resultado de una acumulación de valores transmitidos por la familia, la cultura, la religión o la experiencia. Esa ética es la que nos dice ‘este comportamiento es aceptable’ o ‘este comportamiento no es aceptable’. Y todos, generalmente, hemos desarrollo ese sentido de lo bueno y lo malo. Entonces, ¿por qué algunas personas que han desarrollado esos valores se comportan de maneras poco éticas? ¿Hay algo que dispare esos comportamientos? Creo que merece la pena hablar de miedo y ética para entenderlo.

Un ejemplo sobre el que pensar

Imagínate lo siguiente. Estás en el último año de universidad preparando los exámenes finales y no tienes tiempo para llegar a todo. Las notas son importantes y necesitas aprobar.

En una de las asignaturas, el profesor va a poner el mismo examen a dos grupos distintos, en días diferentes. Alguno de tus amigos ha conseguido, no sabes cómo, una copia del examen después de que lo hiciera el primer grupo. Tus amigos están aprendiéndose el examen. Tú no vas a hacer eso… pero sí que les preguntas sobre qué temas va.

Veamos cómo el miedo condiciona nuestros actos

Cuando tenemos miedo – en este caso a suspender – nuestra capacidad de resolver problemas o de desarrollar pensamiento crítico disminuye. Si tenemos mucho miedo, nuestra amígdala (sí, esa pequeña parte de nuestro cerebro destinada a hacer que sobrevivamos) directamente nos secuestra. Y dejamos de pensar racionalmente. Por lo tanto, toda esa ética condicionada por años de educación, cultura o experiencia se evapora.

Si tenemos suficiente miedo, y tenemos que elegir entre suspender o aprobar el examen, no habrá ninguna duda. Quizás, y porque tenemos una serie de valores, elegimos no copiar demasiado (y solo pedimos alguna pista). Pero al final, sabemos que estamos copiando igual, o ¿no?

Es en momentos como este cuando nuestros mecanismos de desapego ético se disparan. Los seres humanos tenemos una increíble capacidad para justificarnos y así dejar de sentirnos culpables por algo que hayamos hecho.

Volviendo a nuestro examen, seguro que podemos encontrar varios argumentos: No estoy copiando, solo he pedido alguna pista de por dónde irán las preguntas. No fui yo la que consiguió el examen. Mis amigos se han portado peor; son ellos los que están copiando. Fue su decisión y no tuve nada que ver. Y, al final, tampoco importa tanto. Es solo un examen y me merezco aprobar. Me he esforzado.

Los mecanismos de desapego ético

En todos esos argumentos que se nos ocurren, tenemos varios ejemplos de estos mecanismos de desapego ético para justificar nuestro comportamiento.

  • Justificación moral: mi comportamiento está al servicio de un propósito más importante y realmente bueno.

Necesito terminar este curso. Mi futuro está en juego.

  • Difusión de la responsabilidad: Fueron ellos, mis amigos, los que lo hicieron. Yo no tengo ninguna responsabilidad.

Ellos consiguieron el examen. Yo solo les he hecho preguntas.

  • Distorsión de las consecuencias: Las consecuencias se minimizan, se les quita importancia.

No es muy importante, al fin y al cabo, solo es un examen.

¿Cuál es el impacto de que aparezcan estos mecanismos cuando lideramos?

Alguna vez he hablado del impacto que tiene el comportamiento del leader en el equipo y la importancia de liderar con el ejemplo. Si nos enredamos en estas justificaciones, que generalmente están disparadas por el miedo (miedo a no conseguir los resultados, miedo a no ser ascendido…) estamos dando un ejemplo que otros seguirán.

El desarrollo de comportamientos éticos en el mundo laboral requiere consciencia y educación. Y los líderes necesitan predicar con el ejemplo.