Después de escuchar a Ray Dalio en esta charla TED, me he quedado enganchada con la pregunta que planteaba: ¿cómo sé que estoy en lo cierto? Probablemente, esto suena arrogante, pero generalmente estoy en lo cierto al evaluar acontecimientos, lo que me permite tomar decisiones más fácilmente. Y nunca, hasta hoy, me había preguntado cómo sé que tengo razón. Este meta-aprendizaje es bastante más interesante que el hecho de tener razón o estar equivocada. Si, como decía Dalio, queremos automatizar el conocimiento y sacarle provecho, es importante entender cómo llegamos a ciertas conclusiones.
Según Donald B. Maudsley, el meta-aprendizaje es “el proceso por el cual se incrementa el conocimiento y el control sobre las percepciones, las preguntas, el aprendizaje y el crecimiento que ya se han adquirido”. Si nos esforzamos en entender el proceso que hay detrás de los resultados, de descubrir el truco del mago, podemos aprender, aplicar y encontrar lo que falta más rápido.
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El gorro de aprendiz
La experiencia nos está enseñando a marchas forzadas que no podemos confiar en que las capacidades y aprendizajes que hemos adquirido con el tiempo nos vayan a ser útiles en el futuro. La velocidad a la que se producen los cambios nos pide adaptación y flexibilidad. Así que, la mejor habilidad que podemos desarrollar para hacer frente a nuestra realidad es prepararnos para cultivar lo nuevo: capacidades, perspectivas y comportamientos.
Comprender los procesos que nos llevan a aprender tiene, por lo tanto, algunas ventajas porque podemos crear las condiciones que nos interesen para mejorar nuestro aprendizaje. Tal y como están las cosas, desarrollar la habilidad del meta-aprendizaje es como tener un superpoder que nos ayuda a adquirir otras habilidades que necesitamos.
Ponerse el gorro de aprendiz también significa elevar nuestro nivel de consciencia. Mirar cómo tenemos cableado el cerebro y cómo hemos llegado hasta ahí. Cuestionar nuestras ideas, perspectivas, o creencias para aprender implica cierto nivel de apertura; así como experimentar con la realidad para confrontar nuestras conclusiones. Cuanto más abiertos estemos a probar y fallar, más fácil será desarrollar esta mentalidad de principiante que necesitamos para seguir aprendiendo.
¿Cómo sé que estoy en lo cierto?
Me gustaría volver a la pregunta del principio: ¿cómo sé que estoy en lo cierto? Según la literatura, hay distintas fuentes de conocimiento: la observación informal, la observación selectiva, la sobregeneralización, la autoridad y la investigación.
La observación informal sucede cuando nos fijamos en acontecimientos de forma no sistemática, sin buscar precisión. Con la observación selectiva, lo que buscamos son patrones, incluso si esta es limitada. Si llevamos esto al siguiente nivel, podemos sobregeneralizar y encontrar un patrón mayor, incluso asumiendo que nuestras muestras son limitadas.
La autoridad es una fuente de conocimiento social, que puede impactar en lo que consideramos verdadero o falso. Y finalmente, la investigación es cuando buscamos respuestas sobre el mundo de forma organizada y lógica.
Preguntarnos cómo sabemos importa, independientemente de que tengamos razón o no. Aumenta nuestro nivel de consciencia, nos desvela nuestros sesgos y nos permite encontrar los fallos en nuestro razonamiento. Para colmo, viene con un magnífico efecto secundario: nos da pistas sobre qué necesitamos para aprender más deprisa.
No podemos adivinar qué tipo de problemas vamos a tener que resolver en el futuro, ni qué habilidades vamos a necesitar. Lo que sí podemos hacer es trabajar en desarrollar nuestro meta-aprendizaje.