Llevamos estudiando el liderazgo durante más de un siglo y las teorías sobre el tema están en constante evolución. Si consideramos todos los cambios hasta ahora, es fácil pensar que los líderes de las próximas décadas tendrán poco que ver con los actuales. Por eso, hoy hablo de los líderes del futuro.
El contexto
En el mundo en el que vivimos, los cambios se producen cada vez con más rapidez; y tenemos muy poco tiempo para adaptarnos. Las que cosas que nos funcionaban ayer ya no nos funcionan hoy.
A la rapidez con la que se producen los cambios también ayuda el crecimiento descomunal que están teniendo las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial (IA).
El efecto combinado de contexto y tecnología impacta muchísimo en el liderazgo.
Por un lado, los líderes necesitan ser cada vez más flexibles e intentar adelantarse al futuro. Al mismo tiempo, la tecnología está cambiando cómo la gente trabaja ahora.
Junto con todas las nuevas oportunidades que esta situación nos trae (por ejemplo, mercados cada vez más globales y el potencial crecimiento de los negocios), aparecen miedos e incertidumbres con los que hay que lidiar.
Hay mucha gente en este momento que está empezando a preguntarse: ¿mi empresa sobrevivirá? ¿podré adaptarme a esto nuevo que me piden? ¿vendrá un robot a hacer mi trabajo?
Por lo tanto, no es solo que los líderes necesiten ser flexibles y adaptarse al cambio. También necesitan ayudar a su gente a gestionar lo que está pasando. Por lo tanto, el foco de aquí en adelante será prioritariamente la gente y después el negocio.
La gente
La globalización está teniendo un impacto enorme en cómo la gente ve su trabajo. Lo que esperan de una empresa y cómo piensan contribuir. Del lado de las compañías, también está cambiando lo que necesitan y cómo y dónde encuentran el talento.
Los paradigmas de contratación, talento y gestión de personas están cambiando para siempre. Los líderes, ya ahora pero mucho más en el futuro, necesitan crear equipos que compitan en el mundo global y para eso deben buscar talento allá donde esté. Al mismo tiempo, esta situación les exige que sepan gestionar global: multicultural, multi-talento, multinacional. Y que sepan retener el talento que han conseguido.
En el lado de los empleados, la gente es cada vez más consciente de su talento y el dinero ya no es necesariamente lo que hace que trabajen en una empresa (al menos no durante mucho tiempo). La gente con talento busca compañías que tengan un propósito que cuadre con sus valores y donde puedan contribuir significativamente.
En otras palabras, definir cuál es ese propósito, definir una visión y dar a la gente algo en lo que creer son tareas esenciales del líder. Ya no es solo controlar los resultados del próximo cuatrimestre sino contribuir a un fin más elevado.
Los medios
Con esta búsqueda de significado y propósito aparece también una mayor consciencia sobre los medios. Esto implica, por ejemplo, que más gente que nunca se preocupa de cómo las empresas consiguen sus objetivos.
¿Cómo estamos impactando en el cambio climático? ¿Cómo son nuestros procesos de producción? ¿Respetamos las condiciones laborales en otros países?
Estas empiezan a ser preguntas que se oyen habitualmente y que se volverán más frecuentes en el futuro.
En estos tiempos, la transparencia y la ética se han vuelto fundamentales para los líderes. No solo porque sus empleados las están demandando; sino porque también lo hace la sociedad en general. Cada día más, los líderes poco éticos o que no son transparentes se ven penalizados.
En resumen
Los líderes del futuro van a tener que ser más humildes y transparentes, flexibles y centrados en la gente. Deberán saber liderar en la globalidad y la multiculturalidad al mismo tiempo que son capaces de dibujar un futuro que dé sentido a lo que hacen sus empresas, tanto para sus empleados como para sus clientes.