Tengo una amiga que siempre dice que no es una experta en nada, pero que sabe un poco de muchas cosas. En los últimos años, los generalistas no lo han tenido fácil porque lo que se buscaba era mucho conocimiento y especialización en un campo concreto. Pero eso está empezando a cambiar.
Si nos creemos lo que dice Simon Sinek sobre que estamos jugando a un juego infinito, los generalistas tienen más posibilidades de triunfar.
Cuando conocemos muy bien el juego y las reglas no cambian con el tiempo, la hiperespecialización funciona. Se pueden desarrollar buenas prácticas que nos permiten hacer lo que hay que hacer como hay que hacerlo. Como explica David Snowden, trabajar en la parte ordenada del mundo nos permite eficientar los procesos y las formas de trabajar. Eso es lo que hacen los especialistas.
Pero la verdad es que el mundo no es un juego ordenado con reglas que no cambian. Es un sitio donde situaciones que no nos esperamos aparecen sin avisar. No queda otra que ser flexibles y adaptarnos.
Si esto es verdad y nos creemos que el mundo es un entorno complejo, con reglas cambiantes y actores que van y vienen, modificando lo que pasa, deberíamos apostar por gente que sea capaz de desarrollar un tipo de razonamiento más conceptual que permita conectar conocimientos que, en principio, pueden no estar relacionados entre sí porque vengan de contextos diferentes.
Si no hay un referente anterior al que podamos ir, necesitamos otro tipo de aproximación para resolver lo que nos pasa ahora.
¿Qué necesitamos?
Si el conocimiento en solitario no nos da las respuestas que necesitamos, ha llegado el momento de desarrollar otras habilidades que sí nos las den. Es el momento de empezar a plantear las cosas de otra forma.
Y aquí es donde los generalistas pueden marcar la diferencia. Porque, en palabras de Russell Ackoff, “no nos enfrentamos a problemas independientes unos de otros, sino a situaciones dinámicas que forman parte de sistemas complejos de problemas que cambian e interactúan los unos con los otros”.
Así que si queremos que nuestro conocimiento sigan siendo valioso, necesitamos cambiar la forma en la que lo aplicamos. Y, como dice David Epstein en su libro “Amplitud”, encontrar nuevas estructuras porque “la gente que mejor soluciona problemas es aquella que es capaz de determinar la estructura interna del problema antes de ponerse a encontrar una solución”.
Una vez que podemos establecer un paralelismo entre el problema y algo que sabemos que pertenece a otro ámbito, podemos aplicar nuestro conocimiento y llegar a una conclusión distinta.
El pensamiento lateral no se puede automatizar
Cuando pasamos información de un contexto a otro y encontramos nuevas aplicaciones para ideas que ya teníamos se llama pensamiento lateral. Por lo tanto, cuanto más sepas de cosas variadas, más fácil será que encuentres patrones y soluciones que no sean las convencionales.
Por eso los generalistas son cada vez más importantes. Si los problemas no están restringidos a una sola área, ¿cómo vamos a hacerles frente desde la hiperespecialización?
Foto de Iryna Tysiak en Unsplash