bad is stronger than good / lo malo nos afecta más que lo bueno

Lo malo nos afecta más que lo bueno

Mi hija pequeña ha salido del colegio con los resultados de un par de exámenes. Mientras disfrutábamos del atasco camino a hacer unos recados, me contaba que no había conseguido un 10 en el examen de matemáticas por unos errores muy tontos. Lo había hecho casi perfecto, pero ella solo hablaba de sus fallos y en que debía prestar más atención a los detalles. Y es que, a la mayoría, lo malo nos afecta más que lo bueno.

Este fenómeno se conoce como el sesgo de negatividad. Le solemos prestar más atención y le damos más peso a las experiencias, emociones o informaciones negativas que a las positivas. Y esto nos afecta en nuestra percepción, en cómo tomamos decisiones y hasta en la memoria.

Asimetría total

Los acontecimientos o experiencias negativos tienden a tener un impacto más significativo y duradero que los positivos. Si exploramos este impacto en el ámbito de las relaciones interpersonales, podemos ver cómo funciona cuando damos feedback, sus efectos en la creación de confianza, y en la solución de conflictos, por ejemplo.

Un comentario crítico de un compañero puede recordarse durante más tiempo que varios cumplidos. El impacto emocional de las críticas puede generar dudas sobre uno mismo y aumentar la sensibilidad en futuras interacciones. Las afirmaciones positivas, aunque nos gusten, pueden no tener el mismo impacto duradero en la autopercepción y la relación que establecemos con los demás.

La ratio de al menos cinco interacciones positivas por cada una negativa para mitigar la asimetría del impacto fue popularizada por la psicóloga Barbara Fredrickson, y se denomina «proporción de positividad». Se basa en la idea de que las interacciones positivas pueden ayudar a amortiguar los efectos de los acontecimientos negativos. Con el tiempo, el efecto acumulativo de las emociones positivas contribuye a nuestro bienestar psicológico. Cuando nos sentimos bien, aumentan nuestra creatividad, resiliencia y capacidad para resolver problemas.

Por supuesto, esta proporción de 5 a 1 es solo orientativa. Algunos estudios sugieren depende de factores como la personalidad y las circunstancias que estemos viviendo. Lo que realmente importa es la calidad y autenticidad de las interacciones positivas, más que la cantidad.

Re-encuadrando las interacciones negativas

No se trata de evitar las llamadas negativas porque las necesitamos para crecer. Así que necesitamos establecer una diferencia entre algo que no nos gusta y que nos ayuda a crecer, y la crítica pura y dura que solo disminuye nuestra autoestima. Pero a menudo la línea que las separa es muy fina.

El problema principal es que mayoría de la gente no sabe cómo dar un feedback adecuado que nos ayude a mejorar al tiempo que cuida nuestro campo emocional.

El feedback busca la mejora y el crecimiento, reconoce los puntos fuertes y proporciona sugerencias específicas y accionables. Permite a las personas centrarse en cosas prácticas para mejorar su comportamiento o rendimiento.

Reconoce el esfuerzo y fomenta el compromiso y la motivación. En definitiva, ayuda a prevenir los efectos de la negatividad.

Puede que pienses que la crítica forma parte del proceso de crecimiento. Pero no es así. Cuando gestionamos personas, tenemos que prestar atención a estas interacciones negativas. De lo contrario, lo malo siempre nos afectará más que lo bueno.

Foto de Nathan Dumlao en Unsplash