El futuro ya no es lo que era. Ya no es previsible, y necesitamos ser flexibles y adaptarnos. La confianza es el nuevo oro líquido, escasa debido a que los estilos de liderazgo actuales no funcionan en medio de tanta incertidumbre. Las jerarquías de las empresas se hacen más planas, intentando simplificar los procesos, pero tampoco es suficiente. Y en medio de todo esto, surge un nuevo paradigma: el liderazgo distribuido.
Nueva perspectiva
Estos tiempos requieren disrupción e innovación. Nuevas tecnologías han venido para quedarse y cambiar la forma en la que trabajamos. Los robots se harán cargo de trabajos repetitivos, y que requieran baja cualificación. Y no pasará mucho tiempo hasta que veamos equipos mixtos de humanos y no humanos.
El aplanamiento de la estructura en las organizaciones definirá entornos que tendrán que ser más colaborativos y menos estancos.
Nuevas situaciones requieren habilidades nuevas. Pero no solo. Esta nueva situación requiere una nueva perspectiva.
El liderazgo es un concepto muy amplio, pero muchos de los estudios al respecto se centran en la figura del líder. Es esta idea del líder como centro la que puede estar limitándonos para hacer frente a esta nueva situación. Necesitamos explorar una perspectiva distinta, en la que la red tenga más importancia que los individuos.
La red
El liderazgo distribuido se basa en pensar que el resultado viene de la acción de la red y no de lo que haga una sola persona: es la suma de los comportamientos de las personas de la empresa. Por lo tanto, las dinámicas de líder-seguidor, de las que se habla habitualmente, desaparecen y se abre la posibilidad de que lideren aquellos que normalmente no tienen oportunidad de hacerlo. Como consecuencia, se puede conseguir más colaboración y más innovación.
Tenemos muchos modelos de liderazgo distribuido en la Naturaleza. Por ejemplo, el vuelo de los estorninos. Estos animales son capaces de formar bandadas de muchos pájaros que vuelan juntos en entornos de mucha incertidumbre y con poca información (y mucho ruido). Su secreto es que cada uno de ellos solamente sigue (y lidera) a un número limitado de compañeros, independientemente de cómo de grande sea el grupo. El pájaro que tiene la información de más calidad lidera en cada momento. Como resultado, son capaces de mantener el grupo cohesionado, sincronizar los movimientos e ir muy rápido sin que ninguno tenga que hacer un sobreesfuerzo.
El secreto
El secreto del liderazgo distribuido es la compartición del poder y de la responsabilidad, incrementando la colaboración y la participación. Las personas deben asumir su parte de responsabilidad en el resultado y ser autónomas. Cada uno trabaja por el bien colectivo, no el individual. Las organizaciones que quieran pasar del típico liderazgo centralizado a uno más distribuido necesitan establecer una cultura donde diversos actores con distinto conocimiento participen en los procesos de toma de decisión.
Por lo tanto, la labor de los que ahora están arriba tiene que cambiar. Deben crear las condiciones adecuadas para que los empleados empiecen a decidir. Y una vez establecida la visión y una cultura que permita esta participación y toma de responsabilidad, retirarse de la toma de decisiones, dejando espacio para que cada cual contribuya al máximo según sus capacidades y conocimiento.
Nada más y nada menos. Su trabajo es sostener el cambio y, sobre todo, renunciar al poder que han tenido hasta ahora.