Do as I say, not as I do

Haz lo que digo, no lo que hago

Esta última semana en España, aún recuperándonos de la mayor nevada en 50 años, nos hemos enterado de que algunos políticos y otras figuras públicas se han vacunado de la COVID-19 antes de lo que les tocaba. En la mayoría de los casos, solo cuando la opinión pública se les ha echado encima han empezado a dar explicaciones, o más bien excusas, sobre lo que ha pasado.

¿Qué pasa con algunas personas que piensan que las reglas establecidas no les aplican?

Normalmente, lo que pasa es que piensan que su poder y su posición harán que saltarse las reglas no tenga consecuencias. Este comportamiento, el de ‘haz lo que digo, no lo que hago’ (en inglés), tan extendido entre los políticos últimamente, está haciendo que la gente deje de confiar en sus representantes para siempre.

Además del efecto inmediato de lo que ha pasado, y es que personas de riesgo no reciban su vacuna a tiempo, creo que hay algo más sobre lo que deberíamos reflexionar.

¿Cuál es el efecto que tienen sobre las personas comportamientos como estos?

Hay un pasaje de ‘La vida del Lazarillo de Tormes’ que ilustra perfectamente qué pasa cuando alguien se comporta así. El viejo ciego y el Lazarillo empezaron al compartir un racimo de uvas. El acuerdo fue que cada uno de ellos tomara solo una uva cada vez. Pero muy pronto, el Lazarillo se dio cuenta de que el viejo las cogía de dos en dos; así que él empezó a cogerlas de tres en tres.

Ese día, el Lazarillo aprendió dos cosas. La primera es que no se podía fiar de la palabra del viejo. La segunda, que podía hacer lo mismo mientras no le pillaran.

Estos son los dos primeros efectos que tienen las conductas poco éticas: pérdida de confianza en el líder y contagio de los comportamientos poco deseables.

La mala noticia es que esto también pasa en las organizaciones.

¿Cuántas veces los líderes de la organización hablan de un determinado modo de comportarse mientras promueven otro distinto con las cosas que hacen?

Probablemente, hayas oído hablar de Enron: la empresa de electricidad, gas natural y comunicaciones fundada en 1985 y que se convirtió en la séptima empresa de Estados Unidos por capitalización. Este es un extracto de su informe anual del año 2000:

“Tratamos a los demás como nos gustaría que nos trataran. […] Trabajamos con nuestros clientes, actuales y potenciales, de manera abierta, honesta y sincera.”

Enron fue condenada por fraude en las cuentas, institucional y creativo, y sus accionistas lo perdieron todo. Sus directivos promovieron una cultura basada en ambición y la codicia e incluso llegaron a suspender el código ético de la compañía para poder seguir haciendo negocios con, llamémosles así, algunos socios poco transparentes.

Los líderes deben liderar con ética. Los valores y los comportamientos que promuevan son los que van a dar forma a la cultura que haya en la organización.

Y esto es así porque, hablando en términos generales, hay tres niveles de desarrollo (en inglés) según los cuales las personas enfrentan los dilemas éticos y deciden qué hay que hacer:

  • Nivel de moralidad pre-convencional: aquéllos a los que solo les para el castigo. Podemos resumir este tipo de conducta con “una mano lava lo que hace la otra”.
  • Nivel de moralidad convencional: aquéllos que buscan fuera para entender cuáles son las reglas, leyes y expectativas de los que son un referente para ellos. Este es el nivel de más comúnmente se encuentra la mayoría.
  • Nivel de principios: aquéllos que se guían por su propio sistema de justicia y derechos.

Por lo tanto, si la mayoría de la gente busca fuera qué es lo que está bien hacer, necesitamos referentes que representen efectivamente esas conductas. Hacer de modelo es el método más eficaz de transmitir valores, actitudes y comportamientos. Lo que premiamos o lo que castigamos es lo que va a dar la referencia de lo que creemos que está bien o mal porque ver las consecuencias de nuestros actos facilita mucho el aprendizaje. Y esto no pasa solo en la empresa sino también en la sociedad.

Así que la pregunta si estás liderando un equipo o una compañía (o tienes hijos) es qué tipo de comportamientos estás promocionando con tu actitud. ¿Qué tipo de comportamientos estás premiando en tu equipo?

Recuerda que el sentirse por encima de la ley es contagioso, como también lo son los comportamientos éticos. Y de esto deberíamos sacar partido como líderes.

Para terminar, una pregunta para la reflexión: ¿qué tipo de cultura es la que quieres para tu organización? Porque los valores que promuevas, le darán forma.