El tema de los equipos auto-organizados se ha puesto bastante de moda. Compañías de todo el mundo se han dado cuenta del potencial del trabajo en equipo, la colaboración y el reparto de responsabilidad entre sus empleados a la hora de conseguir mejores resultados. Pero solo por darle más poder a los equipos no se consigue que se organicen solos. Para que suceda, necesitamos cambiar cómo se ejerce el liderazgo y la gestión, y también la mentalidad de los empleados; es decir, necesitamos cambiar la cultura de la compañía.
Es tentador pensar que, en este nuevo modelo, líderes y jefes (que por cierto no es lo mismo) no son necesarios. Nada más lejos de la realidad.
La colaboración, la autonomía y ser capaces de tomar decisiones colectivamente son muy importantes para el equipo, pero no se puede desarrollar un pensamiento de colmena sin un líder.
Los componentes del equipo necesitan sentirse parte (desarrollar ese sentido de pertenencia), trabajar hacia un horizonte (una visión que los inspire) y sentirse reconocidos para poder contribuir en el máximo de su potencial. También necesitan tener claros los límites dentro de los cuales ser autónomos.
El líder fuera del equipo necesita crear el contexto necesario para que tengan éxito; el reto es conseguir un equilibrio entre autonomía y alineamiento. Y el líder dentro del equipo también es necesario para habilitar ese espacio donde todo el mundo pueda contribuir, aprender y fallar mientras se desarrolla ese espíritu colectivo. Este nuevo paradigma requiere un cambio de mentalidad tanto de líderes como de empleados.
Liderazgo de contexto, no de control
Este cambio de mentalidad del que hablo me trae a la memoria algo que leí en el libro de Erin Meyer “Aquí no hay reglas”: no son los líderes los que toman las decisiones, pero establecen el contexto adecuado que ayuda a alinear esas decisiones con la estrategia de la compañía. Es el contexto el que establece las bases para tomar decisiones.
Un elemento fundamental que hace más difícil que algunos líderes se adapten a esta cultura nueva de equipos auto-organizados es la necesidad de control.
Bastante gente cree que el control es necesario para garantizar que se cumplen los objetivos de negocio. E incluso si no eres alguien muy preocupado por el control, hay algunas cosas que necesitas para dejar de ejercerlo; porque cuando sentimos que perdemos el control, nos invade una cierta incomodidad producida porque no sabemos qué va a pasar con los resultados.
Esta incertidumbre se reduce mucho si de verdad confiamos en las capacidades de nuestra gente. Es más, se reduce si trabajamos en desarrollar su talento como forma no solo de confiar más sino de conseguir mejores resultados. Para dejar de controlar, y no sufrir demasiado en el proceso, debemos promover una cultura que premie la excelencia.
Con la libertad de ser autónomo debería venir la responsabilidad sobre las decisiones y, por lo tanto, sobre las consecuencias. Para jugar limpio, y poder exigir estas dos cosas, los líderes deberían proporcionar toda la información y el contexto que permita tomar las mejores decisiones. Por lo tanto, ser más transparente suele ser el siguiente reto cuando se hablar de liderar con el contexto.
Ser más transparentes
¿Cuántas veces no has dado toda la información a tu equipo porque “era solo para los jefes”? ¿Cómo pueden ser autónomos y auto-organizarse si no lo conocen todo sobre el contexto?
Además de desarrollar una cultura que premie la excelencia, los líderes deberían desarrollar una cultura de transparencia, en la que quedara meridianamente claro qué comportamientos y actitudes se esperan de la gente y al mismo tiempo donde la información fluya.
El poder que muchas veces se atribuye a los líderes por tener más información que el resto no debería ser determinante. Lo que se necesita es desarrollar una cultura donde la información no sea para unos pocos y así cada uno pueda contribuir y colaborar de la mejor manera posible.
Los equipos auto-organizados necesitan de estas cosas: una cultura de excelencia donde se elijan a los mejores para realizar el trabajo y haya espacio para la libertad y la responsabilidad; dándoles toda la información de contexto que les permita tomar las mejores decisiones.