Game changers

Cambiando las reglas del juego

Seamos sinceros: odiamos la incertidumbre. Preferiríamos vivir en un sitio sin cambios, aunque nos aburriéramos.

Pero si el 2020 nos ha enseñado algo, es esto: ahora más que nunca, vivimos en un mundo donde no solo hay cambios, sino que algunos son muy grandes. Y necesitamos adaptarnos.

La buena noticia es que estamos diseñados para adaptarnos y sobrevivir. La mala es que, esta vez, no tenemos un millón de años para hacerlo. Así que el ritmo al que vayamos es muy importante.

Antes de entrar en más detalles, necesito explicar porqué es tan difícil para nosotros.

Nuestra cabeza cuadriculada de primates (más o menos) evolucionados está preparada para resolver problemas complicados y encontrar causas y efectos (incluso si la relación entre las unas y los otros no se ve a la primera).

Pero, hoy vivimos en un mundo en el que, de repente, las relaciones entre causas y efectos son difíciles de encontrar debido a que distintos sistemas interaccionan entre sí a distintos niveles, produciendo efectos nuevos. Vivimos en un mundo complejo, a veces caótico.

Así que, como resultado, tenemos consecuencias nuevas imposibles de prever. Y lo que hacíamos cuando las cosas solo eran complicadas ya no funciona.

¿Qué podemos hacer?

Seguro que has oído mil veces que hay que aceptar el cambio. De hecho, yo estoy un poco cansada de oírlo.

Aceptar el cambio no es hacer, es algo pasivo. Esperamos que pasen cosas y pensamos en prepararnos para reaccionar. Para sacar lo que podamos de ahí.

Estar preparados ya no es suficiente y me parece que también es bastante cansado. Preparados ¿para qué? ¿cuándo? ¿dónde? Demasiadas preguntas que no nos quitan ni un poco de incertidumbre, de esa que odiamos.

Quizás ha llegado el momento de hacer algo distinto: más inteligente y adaptado a la situación. De desarrollar alguna estrategia que nos permita avanzar, aunque no veamos el camino. Y, sobre todo que nos permita dejar de sobrevivir y nos deje empezar a crecer.

Una estrategia distinta para conseguir resultados distintos

¿Cómo de capaz eres de decir ‘no lo sé’ cuando tienes que tomar una decisión compleja en algo que es tu responsabilidad? Y, una vez tomada la decisión, ¿cómo de capaz eres de cambiarla?

Si has respondido ‘casi nunca’ a las dos preguntas, ¡felicidades! Perteneces al grupo de personas que viven con la presión de tener que tener razón.

Desafortunadamente, tener razón es un lujo que no nos podemos permitir en este entorno complejo, a veces caótico, en el que vivimos.

El poder de decir ‘no lo sé’, especialmente si estás liderando

Al principio de este post, dije que la velocidad a la que lidiamos con el cambio es más importante que nunca. Y este es exactamente el poder que tiene decir ‘no lo sé’,  que podemos acelerar.

Si ‘no lo sé’ hay posibilidad para probar, fallar y volver a probar hasta encontrar la solución. Esta especie de libertad controlada para fallar puede hacer que vayamos más rápido.

Además, si nos ponemos en el modo ‘no lo sé’, pedir ayuda es más fácil: necesitamos, más que nunca colaborar y cooperar para avanzar. Piensa cuántas veces tu ego te ha impedido pedir ayuda…

Por último, esto nos ayuda a cambiar nuestras expectativas – sabiendo que tolerar el fallo no es tolerar la incompetencia: fallar tan rápido cómo podamos para encontrar las soluciones que necesitamos. Y, en el camino, aprender del proceso. No necesitas ser perfecto, necesitas conseguir los resultados. Ya los mejorarás luego.

Esta estrategia de fallo-reintento reduce los miedos y tiene un impacto muy positivo tanto en la creatividad como en la posibilidad de encontrar soluciones.

Los líderes que han desarrollado su inteligencia emocional son los que cambian las reglas del juego.

Si le has visto las ventajas a este modo ‘no lo sé’, entonces ¿eres capaz de empezar a aplicarlas? ¿O no? ¿Estas dispuesto a dejar de tener que tener razón?

¿Cómo lo hacemos?

Para hacerlo corto, te diré que tienes que desarrollar tu inteligencia emocional. Esto incluye entender y manejar tus propias emociones además de entender las emociones de los demás y manejar tus relaciones.

Cuanto más sepas sobre ti mismo, más fácil te será reconocer tus habilidades y tu valía. Y esto te permitirá ponerte en ese modo ‘no lo sé’ sin que tu ego sufra.

Como premio, saber más sobre ti despertará tu curiosidad por otros: qué tienen de diferente y qué me pueden aportar. Desarrollar empatía desde la curiosidad es más fácil y una vez ahí, gestionar tus relaciones es mucho más sencillo: construir equipo, manejar el conflicto y mejorar la colaboración, por ejemplo.

Si has llegado hasta aquí, puedes pensar que he perdido el hilo. Déjame cerrar el círculo con una última reflexión para recuperarlo.

Tradicionalmente, hemos seguido a quienes pensábamos que sabían. Los líderes tenían las respuestas, definían el camino y establecían los objetivos desde una posición preferente (tuviera o no que ver con la jerarquía que ocupaban).

En estos tiempos, esto solo es verdad a medias. Estamos en una época en la que los líderes tienen que promover nuevas estrategias, contar con otras personas y encontrar respuestas distintas.

Necesitamos que apuesten por la colaboración en vez de por la competición y que crean en la mejora continua en vez de en la perfección. No es necesario que tengan todas las respuestas, sino que hagan por buscarlas contando con la gente adecuada.

En resumen: no necesitamos líderes que nos den la solución. Necesitamos líderes que cambien las reglas del juego.